La Bruja esta chupando la niña-ilmk

La Bruja esta chupando la niña-chintoaventuras

-Juan, a tu hija se la están chupando la bruja.
Dijo mi tía Margo al revisar a mi muchachita.
Ven a ver.

Mira esa marca que tiene al rededor del ombligo.



Me acerqué y vi unos puntitos rojos al rededor de su ombligo.
-¿Y cómo u'te sabe eso tía?
-Cuando vivía en Las Paredes de Haina agarraron a una bruja convertida en lechuza.
Se estaba chupando a una de las hijas del Quipero, la más chiquita.
Los vecinos atraparon a ese pájaro malo y lo amarraron en un tronco secó. Después, lo prendieron en candela.

Entonces, de adentro de la candela se oía la voz de una mujer gritando:
-¡Malditos!
¡Los mataré a todos!
-Mire como se me engrifan los pelos mi sobrino, mire.
Me decía la hermana de mi madre mientras se frotaba el brazo para calmar el escalofrío.
Yo nunca había creído en cosas como ésta, pero al ver la seriedad de mi tía y su piel erizada, comencé a dudar.
Entonces, le pregunté:
-¿Cómo podemos agarrar a la bruja que se esta chupando a mi hija?
-Si tu quieres vamos para donde el viejo Lucio, el rezador.
Él sabe mucho de misterios, de seguro nos ayudará.

Dejamos a mi hija con mi mujer Marta y nos fuimos para la casa de viejo Lucio.
La casa del rezador quedaba en la entrada de Barsequillo, después de la bomba de gasolina.
Llegamos allá y mi tía me dijo que me quedará a fuera, que iría a ver si él estaba ahí.
Ella pasó al patio de la casa y desde allá me llamó.

Yo seguí por aquel patio y llegué hasta donde estaba mi tía y Lucio.
El viejo que sabe de misterios se encontraba sentado en una mecedora con un escapulario de San Miguel, el arcángel, en la mano y con un gran tubano (tabaco) en la boca. Recitaba un rosario cuando llegamos a buscarlo.

Al lado del señor, una lata de salsa agujereada humeando incienso y unos velones rojos con la foto de el divino niño acompañándolo en sus rezos.
-¿Qué les trae por aquí?
Preguntó extendiendo la mano a mi tía.
-Vea señor Lucio la hija de mi sobrino se la esta chupando una bruja y vinimos a que usted nos ayude a agarrarla.

-¿Y cómo sabes eso Margo?
Preguntó el rezador.
La mamá de la niña me había dicho que desde hace días a la muchacha se le meten unas fiebres de repente y que en las noches llora mucho, y que cuando va a verla siempre encuentra unas escamas en la cuna. Entonces, me puse a revisar la niña y le vi unos hoyitos al rededor del ombligo.
-¿Los puntitos parecen como si fueran media lunas pequeñas?
Cuestionó Lucio.

Yo respondí que sí mientras me ponía más serio.
-Quiero que hoy vigilen a la niña en la madrugada y que pongan ajo en todas las esquinas de la casa.
-Esta bien.

Respondí mientras me ponía de pie para estrechar su mano en señal de agradecimiento.
-Muchas gracias.
Dijo mi tía al pararse también.

Salimos de aquella casa y nos paramos en un colmado. Allí compramos como 80 pesos de ajo y no los llevamos. Mi tía se quedó en mi casa como hasta las 4 de la tarde. Colocamos el ajo como nos había indicado Lucio, en todas las esquinas de la casa. Luego, Margo se fue a su casa y yo me quedé ahí pensativo, esperando la larga noche.

Busqué un machete que tenía debajo de la cama y me lo llevé a la sala.
-¿Qué estás haciendo?
Preguntó Marta al verme sentado con el colín en la mano.
¿Y por qué huele a ajo toda la casa?
-Hoy dormiré en la sala. Voy a vigilar a ver si la bruja va a venir a chuparse a la niña.
Dije un poco asustado.
-¿Tú crees que sea verdad lo de la bruja Juan?
-Yo la verdad no sé, pero por si acaso.
-Pues yo dormiré con la niña hoy.
-Esta bien.
Yo estaré vigilando la noche entera.
Ve a acostarte.
La noche parecía tranquila. Ya eran como las doce de la noche y no había pasado nada extraño. Me levanté del mueble y fui a ver a Marta y a la niña, todo estaba bien. Me senté en el cuarto con ellos y me quedé ahí como hasta las dos de la mañana.
En ese momento, sentí unos pasos encima del zinc de mi casa. Me levanté de inmediato de la silla y fui a buscar mi machete a la sala.

Seguía las pisadas que habían en el zinc y llegaron hasta la cocina. De repente, se escuchó una especie de pelea arriba del techo de hojalata. Yo me asusté, lancé un machetazo hacia el techo y dejaron el pataleo. Me quedé ahí, inmóvil, asustado. Esperando alguna reacción de aquello que estaba ahí arriba.
Entonces, los pasos volvieron a sonar encima del techo. Sentí que algo se lanzó hacia el patio.
Abrí asustado la persiana de la cocina y vi a el gato de la vecina del frente con un enorme ratón en su boca.
-¡Condenado gato!
Dije aliviado.
El alma me volvió al cuerpo después de ese susto. Respiré profundo mientras hacía la señal de la cruz como me enseñaron en la catequesis.
Volví al cuarto y levanté a mi esposa. Le dije que se fuera a la habitación que yo dormiría con la niña. Ella se levantó borracha del sueño y se fue sin protestar.
Ya eran como las cuatro de la mañana y no aguantaba más el sueño, así que me dormí. Entre sueños escuchaba a la niña gritando pero no me desperté. Tal vez, sólo me lo estaba soñando.
Al otro día cuando desperté, al lado de la niña habían unas escamas pequeñas, como si fueran de algún pescado. Marta ya había hecho el desayuno, despertó temprano como siempre a barren el patio.
-Ayer dejaste la ventana de la cocina abierta. Me dijo al verme despertar.
-No, yo no abrí ninguna ventana anoche.
Me levanté de la silla en la que dormí y fui a verificar la cocina.
-¡Marta, yo dejé una cabeza de ajo ayer en la esquina de la cocina!
-Ahhh.
Esa fue la que encontré anoche. Yo lo quité del piso antes de acostarme. Pensé que se me había caído.
Volví otra vez al cuarto de la niña angustiado y verifique a mi hija. Entonces vi que las marcas en su ombligo tenían pequeñas manchas de sangre.
Me bañé de inmediato y me fui a la casa de mi tía para contarle lo que había pasado. Le dije todo tal y como pasó.

Entonces, ella habló con su marido y le dijo que la dejará dormir en mi casa, que ya había averiguado otra forma de atrapar a la bruja.
Él le dijo que no había problema y nos fuimos para mi casa otra vez.
Mi tía llevó una mata de sábila y con sus pencas hizo 3 cruces, una grande y dos pequeñas. Me dijo que la clavara encima de la puerta de la casa, que así las cosas malas nunca entrarían en mi hogar. Después, se sentó a hablar con Marta. Mientras conversaban mi mujer le dijo a Margo que todas las mañanas, como a eso de la 6:30 de la mañana veía a la vieja del frente barriendo su patio.
Entonces, mi tía comenzó a sospechar. Le pidió a Marta que se la enseñé aunque sea de lejos a la vieja y así lo hizo.

Las dos se sentaron en la entrada de la casa, donde yo había colgado las 3 cruces, a mirar la casa de la vieja del frente. Casi dos horas y nada. Hasta que por fin salió la condenada vieja.
-¡Buenas tardes vecina!
Gritó Marta con una falsa sonrisa.
La vieja respondió el saludo con un ademán y volvió a entrar a su casa.
Mi tía le dijo a mi esposa que buscara a la niña para ir a visitar a la señora.
-Cuando estemos en la casa de la vieja esa, quiero que le des a cargar a la niña.
Dijo mi tía Margo.
-No, y si la deja caer.
Contestó mi mujer.
-Tranquila, sólo será un segundo.
Es que quiero averiguar algo.
-Está bien. Sólo un ratito.
Marta y mi tía se llevaron a mi hija para la casa de la vieja del frente. Mi mujer la llamó desde la acera hasta que salió.
Hablaron un rato entre ellas. Veía a lo lejos como Marta le ofrecía cargar a la niña, pero la vieja ni siquiera extendía los brazos para intentarlo.
Luego, volvieron a la casa y mi tía al llegar me dijo:
-Esa vieja es la que se está chupando a tu hija Juan. Te lo apuesto.
-¿Cómo lo sabe tía?
-Las brujas nunca cargan a los muchachos que se están chupando. Y esa vieja, ni obligado quería cargar a la tuya.
Hoy la agarramos por que la agarramos.
Aseguró mientras se golpeaba en el pecho.
La noche llegó sin aviso y en la casa de aquella vieja pasaba algo extraño. Todo se encontraba a oscuras. Aquella anciana se acostó en su cama, y de repente, su piel empezó a estirarse. Entonces, de su boca comenzó a salir una extraña criatura con una piel asquerosa y babosa, de color rojo oscuro. Se puso de pies sobre la cama y dejó la piel de aquella anciana como si fuera algún traje que tuviera puesto.

Caminó hasta la puerta trasera de su casa y, en un instante, desapareció.
Ya eran las once de la noche y el sueño rondaba por todo mi casa. Mi tía había dejado debajo de la cuna de la niña una escoba y un puño de sal para protegerla de lo malo.
Nos reunió, a mi y a Marta, y nos dijo:
-Cualquier cosa extraña que sientan levanten a los demás.
Todos quedamos de acuerdo. Después, cada quién tomó su lugar para descansar. Yo fui el primero en dormirme, por la amanecida de ayer. Luego, mi mujer y por último mi tía.
Entonces, al girar las agujas del reloj a la una de la madrugada, se sintió algo extraño caminando al rededor de la casa.


Nadie despertó. Aquella bruja había entrado al cuarto de la niña, donde yo dormía en una silla. Se aplastó en una esquina de la habitación y de su cabeza sacó una especie de hilo transparente. Luego, le pegó aquel extraño hilo al ombligo de mi hija y comenzó a chuparse su sangre.
La bebé empezó a llorar pero, nadie despertaba.
Yo la escuchaba entre sueños pero, mi cuerpo no reaccionaba. Entonces, por milagro de Dios mi tía despertó. Escuchó los gritos de la niña y se levantó de prisa. Caminó hasta el cuarto de mi mujer y la levantó, tal y como habíamos acordado. Marta fue a la cocina a buscar el biberón de leche de la niña y al abrir la nevera un vaso de aluminio cayó rompiendo la armonía de la noche.
Aquella bruja buscó esconderse detrás de la cuna y se paró sobre la escoba y el puño de sal que Margo había puesto.

Mi tía acababa de entrar al cuarto de la niña y me despertó también.
La ventana del cuarto estaba abierta y mi tía me susurró.
-Yo creo que la bruja está aquí adentro.
Fíjate bien en la ventana, hay unas escamas como la que siempre aparecen en la cuna de la niña.
Yo halé mi machete y lo empuñé mientras me ponía alerta.
-Llevele la niña a Marta.
Le dije a mi tía.
-Sí mijo.
Respondió mientras sacaba a mi hija de su cuna.
-Yo iré a la casa de la vieja esa del frente.
Las brujas mudan el cuero y si lo encuentro allá y lo lleno de ajo, ya no podré usarlo más. Si llega a amanecer y no entra a su piel se convertirá en un animal normal para siempre. Concluyó mi tía mientras salía del cuarto.
Yo recorrí toda la casa y no encontré nada extraño. Mi tía se había ido a la casa de la vieja después de llevarse una caja de fósforos y varias cabezas de ajo. Intentó entrar por la puerta del frente de la casa de la señora, pero estaba cerrada.
Dio la vuelta y empujó la puerta de atrás y, efectivamente, estaba abierta. Entonces, entró. Todo estaba oscuro. Encendió un palo de fósforo iluminando el espacio. La pequeña casa estaba prácticamente vacía. Sólo había una escoba de guano mal trecha y una cama. Mi tía se acercó a esa cama mientras se le pagaba el fósforo. Volvió a encender otro y vio con claridad lo que estaba encima del extraño lecho, la piel de la vieja.
Entonces, rellenó con ajo aquella piel y luego, se marchó a toda prisa a avisarme.
-¡Es ella!
Dijo mi tía al llegar acalorada a mi casa.
La vieja del frente es la bruja.
-¿Y donde estará metida?
Pregunté al tener tanto tiempo buscándola sin encontrarla.
Ya he revisado toda la casa.
-Ya yo se dónde está.
Agregó tía Margo mientras asentaba con la cabeza.
Está detrás de la cuna de la niña, en donde dejé una escoba con un puño de sal.
Ambos fuimos al cuarto de la niña y ahí, justamente en la escoba con el puño de sal, estaba ese cosa rara, sin piel y asquerosa.
Sus ojos oscuros esquivaban los nuestros. En ese momento un gallo cantó anunciando la llegada del día.

Los primeros rayos del Sol entraron por aquella ventana que apareció abierta en el cuarto y entonces, aquel engendro del mal se comenzó a transformar en una culebra verde con negro, y se quedó ahí quieta.
Yo la tomé fuertemente por la cabeza mientras mi tía buscaba un saco en la cocina. Mi esposa llegó al cuarto y vio la culebra, y ahí mismo, se le dispararon los nervios.
Metí la culebra en el saco que trajo mi tía y nos fuimos para el patio.
Allí le eché gasolina a una lata de aceite y metí el saco hasta que se empapó completamente. Luego, mi tía sacó la caja de fósforos que cargaba y prendió en candela a aquella culebra.
De entre las llamas se escuchaba una voz de mujer diciendo:
-¡Malditos, malditos!
¡Los mataré a todos...!

La Bruja esta chupando la niña-ilmk La Bruja esta chupando la niña-ilmk Reviewed by Jacinto Hernandez A. on julio 02, 2020 Rating: 5

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